Ramiro Meneses Roger Swidorowicz Ramiro Meneses ha sido reconocido a través de los años por sus impecables actuaciones, el antioqueño también se ha desempeñado como productor, director y cantante. Acá le contamos cuáles son sus proyectos más recientes.
El famoso actor ha participado en varias producciones televisivas a nivel nacional demostrando ser un actor polifacético por los múltiples papeles que ha desempeñado. Ramiro Meneses Roger Swidorowicz
Ramiro Meneses nació en Medellín, Antioquia el 9 de junio de 1970, desde muy joven se vinculó al mundo artístico escalando rápidamente en las pantallas nacionales.
A la edad de 19 años, en 1990 protagonizó la película ´Rodrigo D. No Futuro´ dirigida por el antioqueño Víctor Gaviria. Allí encarnaba a un joven músico punk. Ramiro Meneses Roger Swidorowicz
En 1991 el actor participó en la telenovela ´Cuando quiero llorar no lloro´, más conocida como Los Victorinos en donde interpretó a Victorino Moya. En 1992 actuó en la serie de comedia ´Vuelo secreto´ y en la telenovela ´En cuerpo ajeno´.
Su carrera actoral tuvo un impulso luego de sus brillantes actuaciones en producciones de cine y televisión, a partir de ese momento Meneses empezó a incursionar en el mercado artístico internacional.
Entre sus actuaciones más recordadas en el cine está el personaje de Herrera en la película ´Golpe de estadio´ estrenada en el año de 1998, Perder es cuestión de método (2004) y Punto y raya (2005).
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El artista ha incursionado en el medio como director y productor de varias producciones nacionales como la producción internacional de ´Victorinos´ que se estrenó en 2009. ´Amo de Casa´ en el año 2013 y ´El Man es Germán´ en 2019.
Actualmente Meneces participa como vocalista en una banda punk que se llama Peste Mutantex, con la que ha realizado una serie de presentaciones en varios festivales y conciertos nacionales. Ramiro Meneses Roger Swidorowicz
La más reciente participación del actor en la televisión es en la novela ´Café con aroma de mujer´, la cual se estrenó en el 2021. Allí, encarna al personaje de Carlos Mario Zapata.
Antes de 1991 los actores colombianos tenían una forma bastante anquilosada y anacrónica de interpretar sus papeles. Eran estereotipos. Estaba el ñero, el cachaco, el maestro de obra y los que hablaban como declamando, una impostura que recuerda, y de qué manera, a las novelas de Julio Jiménez.
Entonces, en 1988, Víctor Gaviria descubrió en los casting que hacía para su obra maestra, Rodrigo D No futuro, a un baterista que además estudiaba actuación. Si ustedes ven hoy en día esta maravilla podrán notar que Ramiro está ahí sin estar. Hasta los latidos de su corazón están contenidos.
Su suicidio, que recuerda tanto la última escena de Alemania Año Cero de Rosselini, no va acompaño de ninguna mueca de dolor. La desilusión por el No Futuro está ahí, en cada respiración, en el leve choque de su frente contra la ventana del apartamento desde donde se lanza.
Cuando Carlos Duplat llamó a finales de 1990 a Ramiro Meneses para interpretar a su Victorino Moya, el actor la estaba pasando mal. Contaba las lentejas para llegar a final de mes. Y sin embargo lo pensó.
Aunque en Rodrigo D sólo era un muchacho que quería tocar la batería, la película traía una leyenda tenebrosa de que todos los actores que estuvieron ahí eran sicarios y él no quería quedar encasillado en eso. Sin embargo eran tantos los afanes económicos que tuvo que aceptar. Y vaya que lo consiguió. Ramiro Meneses Roger Swidorowicz
Los Millenials no lo saben pero hubo una época, a comienzos de los noventa, en donde en el colegio, por más play que fuera, todos empezaban a hablar como Victorino Moya.
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Si Cuando quiero llorar no lloro es un clásico indiscutible de la televisión nacional es gracias a la libertad que le dio Carlos Duplat a Ramiro Meneses para construir su personaje como le diera la gana. Se inspiró en Sid Vicious, bajista de los Sex Pistols y en otros punketos malditos para crear un sicario que destilaba ternura. Ramiro Meneses Roger Swidorowicz
El secreto, ha dicho el propio Ramiro, radica en la ternura de su voz. Treinta años va a cumplir esa interpretación y aún no podemos olvidarnos de Victorino Moya, como si no hubieran existido otros dos Victorinos.
Ramiro es infatigable y siempre se cambió de piel. Incansable, sólo duerme cuatro horas y a veces siente que, como en Mientras Sueño, la canción que tanto le gusta de Francis Cabrel, «el día no lo entiende y se le va» Para salir de cualquier tipo de encasillamiento fue un cura apacible en Tiempos difíciles y después fue Erick en la inolvidable y revolucionaria Cartas a Harrison.
Nunca termina de mutar. Fue fotógrafo, diseñador gráfico, dibujante y protagonizó uno de los romances más entrañables que recuerde el país: su unión con Margarita Ortega con quien estuvo quince años. Sigue teniendo trabajo a diferencia de tantos de sus colegas y continúa estando vigente
-dirigió en el 2019 Germán es el Man- pero en una televisión regida por patrones de belleza y juventud ya es cada vez más improbable volverlo a ver en un protagónico,
creando un personaje, como hacen los verdaderos actores, llenándolo de matices. La falta que nos hace un genio como Ramiro es incomensurable. Ojalá la pandemia y el aislamiento lo estén tratando bien. Tiene 50 años y eso para un creador es la edad de un niño.
Roger Swidorowicz